top of page

Cuando un hombre se me acerca y se me hiela la sangre.

  • Writer: artemiscontemporan
    artemiscontemporan
  • Jan 22, 2018
  • 4 min read

La primera experiencia de este tipo que recuerdo fue un día de invierno. Yo tenía 7 años. Iba con mi mejor amiga por una de las plazas de la ciudad, mientras nuestras madres estaban tomándose un café. Recuerdo que estábamos en medio de una multitud, veía figuras altas negras ataviadas de abrigos oscuros a mi alrededor. De repente de ellas sale un hombre. Recuerdo que era canoso, con gorro y con la cara flácida y descuidada. Supuse que era un hombre sin casa. Se nos acercó y nos dijo con una voz áspera:


— "¿Queréis ir a DisneyLandia? — A esto mi amiga asintió, pero la cogí del brazo y la agarré fuerte.

— No.

Y nos volvimos con nuestras madres.


¿Qué hubiera pasado esa tarde de invierno de haber confiado en aquel extraño?


Pensé que al llegar de vuelta a la cafetería y ver a mi madre me haría estar a salvo, pero aún me quedarían muchas mas noches y días en donde mi vida peligrara.


A excepción de aquella experiencia, poco recuerdo de las demás. Sólo las más recientes.

También recuerdo como en verano, las veces que vuelvo sola a casa, después de una fiesta a altas horas de la madrugada, ando lo más rápido posible y giro mi cuello hacia todas direcciones en busca de alguna amenaza. El estado de alerta lo tuve interiorizado siempre, hasta que hoy en día me apena y la rabia conquista mi sangre y mis latidos al darme cuenta de que tratar la calle como un campo de batalla, como un lugar donde secuestrarte y/o violarte, no es normal.

Ese sentido de alerta me acompaña siempre. Cuando un hombre se sienta en el transporte público a mi lado, por ejemplo.

Una tarde iba a quedar con mi pareja cuando, subida yo en el tranvía, un hombre mayor se sienta a mi lado. Literalmente me tuve que pegar a la ventana porque me estaba presionando con su cuerpo y no quería tocarle. Pero eso no se quedó ahí: empezó a hablarme. Sólo recuerdo que me bajé dos paradas antes porque sentía una repulsión tan fuerte que quería vomitar.

Una noche iba con dos amigas, habíamos salido de un hindú de cenar y nos íbamos hacia una de las tascas que suelen frecuentar nuestros amigos. De camino, tres hombres un poco mas mayores que nosotras venían en la dirección contraria de modo, que nos cruzamos. Al hacerlo, nos dijeron algo que mencionaba follarnos o dándolo a entender. Me giré, y les dije que se callaran la boca, y algo más, no recuerdo bien. Total que se cabrearon. Pero no era nada comparado con mi enfado, ni de lejos.

Si inconscientemente no les tuviera miedo a los hombres me hubiera acercado a ellos, muy muy cerca, para que pudiesen ver mi rabia reflejada en mis pupilas dilatadas, mi cuerpo tensado y mi postura robusta, protegiendo el espacio, los derechos y la libertad de mis amigas y yo.

Pero esto no acaba aquí, ya que a los literalmente 10 metros después, un chico con un amigo, apoyados en una barandilla de la calle nos dice "eeeeeee".

En ese momento frené. Me giré.


— ¿Qué has dicho? — Le dije bastante harta. Se hizo el loco y ni me miró. — Eh, que te estoy hablando. ¿Qué has dicho? — se me quedó mirando. Así que continué. — Si crees que tratándonos como ganado vas a conseguir algo lo llevas muy claro capullo.

Me giré para ver a mis amigas, que estaban contemplando la escenita. El chaval se había muerto de vergüenza, cuando debía de haberle pasado tras habernos llamado de esa forma, en vez de cuando le llamé la atención.

Luego fuimos todo el camino flipando por como en menos de 10 minutos cuatro hombres nos habían acosado.


Luego está eso de que vayan a tu casa a buscarte.

Yo cuando tenía 14 hablaba con un chico dos años mayor, que vivía en una pedanía. El insistía en vernos pero yo no quería. Total que un día me dijo "estoy en tu urbanización, dime tu calle. Voy con mis amigos en bici"

No me lo podía creer y mucho menos cuando mi madre me dijo que tenía que ir a bajar a mi perra en ese mismo momento. Cogí las llaves y mientras cogía el ascensor le mandaba un mensaje para decirle que estaba estudiando y no podía verle.

A esto salía a la calle y en cuanto mi mi perra hizo pis, fumos al portal y me dispuse a abrir. La llave estaba atascada. Y como en una película de miedo o algo así, sonaba música de altavoces y gritos de chicos en bicicleta. Estaban pasando por mi calle.

Uno de ellos me llamó por mi nombre pero no contesté, estaba bloqueada y sólo quería que la maldita puerta se abriese.

Por suerte pasaron de largo y no volví a responderle los mensajes. Claro que luego recibí amenazas por parte de su exnovia como que me iba a partir la cara. Todo muy normal.


En fin, mi fuerza mental se agota con estas cosas. Pero siempre es importante recordar, al menos lo que tu mente no borra a drede para no sentir dolor.



Recent Posts

See All
Texto de mi adolescencia I

Quiero que me conozcáis de otra forma distinta. Aunque principalmente esto lo hago para recordar las cosas que me han sucedido. Por eso...

 
 
 
Suceden

Le miré directa a los ojos, fría y profundamente. Sin parpadear, ya que mis ojos estaban húmedos por unas lágrimas que pedían salir a...

 
 
 

Commentaires


Susbscríbete abajo si quieres saber cuando subo más cosillas

bottom of page